
HISTORIA
En enero de 2007, la música clásica encontró un nuevo escenario en Cartagena, marcando el inicio del Cartagena Festival de Música y, con él, el nacimiento de la Fundación Salvi. Lo que empezó como una apuesta artística se transformó pronto en un proyecto cultural de largo aliento que hoy, casi dos décadas después, sigue ampliando horizontes en Colombia. A través de la música, la Fundación ha tejido redes de formación, creación y transformación social, con un firme compromiso hacia la juventud y el desarrollo de los territorios.
Uno de los hitos que mejor representa esa visión es el Cartagena Festival de Música, que en enero de 2026 llegará a su vigésima edición. Declarado Patrimonio Cultural de la Nación por la Ley 2340 de 2023, el festival no solo ha reunido a algunos de los intérpretes más importantes del mundo, sino que ha abierto espacios formativos para cientos de jóvenes músicos colombianos. Con un enfoque curatorial riguroso, una propuesta pedagógica sólida y una vocación internacional clara, el Festival ha convertido a Cartagena y a Colombia en un punto de referencia para la música clásica, consolidándose como una verdadera ventana al mundo para el talento nacional y latinoamericano.
Pero el trabajo de la Fundación va mucho más allá del escenario. Desde sus inicios, ha impulsado el fortalecimiento de un eslabón fundamental en la cadena de la música: la construcción de instrumentos. Con sus Centros de Lutería, ha apoyado a artesanos de todo el país, facilitando la reparación y creación de miles de instrumentos. En 2021, este compromiso dio un paso crucial con la creación del primer programa profesional en lutería de Colombia: la Tecnología en construcción y Reparación de Instrumentos de Cuerdas Frotadas, en alianza con el Conservatorio del Tolima y con el respaldo académico del Istituto D’ Istruzione Superiore Antonio Stradivari de Cremona, Italia. En abril de 2024 se graduó la primera cohorte, y algunos de esos egresados continúan hoy su formación en Italia, en la cuna misma de esta tradición centenaria.
Este camino también rinde homenaje a la figura de Víctor Salvi, lutier y visionario, cuyo legado inspiró no solo esta apuesta por los constructores de instrumentos, sino también la creación de la Cátedra Salvi de Arpa. Durante varios años, la cátedra fue un espacio único de formación para arpistas colombianos y latinoamericanos, y un símbolo del valor que tiene el acceso a instrumentos de calidad en la formación de nuevas generaciones.
En 2019, la Fundación dio origen a un nuevo proyecto: el Ibagué Festival, que ha encontrado en el lema “Las músicas que somos” una guía para conectar las tradiciones sonoras del país con las expresiones musicales del mundo. El festival ha crecido rápidamente como un espacio de reflexión, formación e intercambio, con clases magistrales, talleres, conversatorios, un espacio colectivo de práctica vocal ciudadana y un impacto directo en comunidades del Tolima. En 2024 celebró su quinta edición, reafirmando su papel como punto de encuentro y creación colectiva.
Otro de los pilares del trabajo de la Fundación es la Orquesta Sinfónica de Cartagena (OSC), una agrupación nacida en 2016 como un proyecto social orquestal conformado enteramente por jóvenes cartageneros. En sus primeros años funcionó como una agrupación temporal durante el Festival, pero desde 2020 se consolidó como una orquesta estable, presente a lo largo del año en la vida cultural de la ciudad. Más que una orquesta, la OSC es una escuela de vida donde se tejen experiencias artísticas y humanas. En 2024, la OSC lanzó el programa Armonía en Progreso, que, con el apoyo de Promigas, Surtigas, SPEC LNG y la Institución Educativa Técnica de La Boquilla, ha formado una banda sinfónica y una banda de jazz con cerca de 50 niños y jóvenes de esa comunidad costera.
A lo largo de los años, la Fundación Salvi ha construido un ecosistema que abarca todas las dimensiones de la música: desde la creación del instrumento hasta su interpretación en escenarios nacionales e internacionales. Más de 5.200 personas han participado en clases magistrales, 46 Jóvenes Talentos han formado parte de sus programas, y 40 becarios de producción han vivido experiencias transformadoras. En cada uno de estos caminos, la música ha sido más que arte: ha sido una herramienta de integración, equidad y desarrollo sostenible para Colombia
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